viernes, 23 de septiembre de 2011

I'm gonna drink my tears tonight.

Nos quisimos. De eso estoy completamente segura.
La única pega es que no lo hicimos a la vez.

Todo aquel pseudo amor reprimido se estampó en la coraza cuando la añoranza decidió quedarse a vivir conmigo. Monopolizó el olvido las sonrisas y atormentó el ayer con sus imposibles. Fue aquella absurda melancolía la que me llamó estúpida ocho millones de veces, y tan sólo la efímera alegría que acompaña la hora del té empaña brevemente la soledad okupa en mi vida.

Y tú, allí, tan solo... a nueve mil kilómetros de toda civilización, en tu universo distópico, en el jardín de tu memoria, en la risa de los pájaros y en el trinar del viento. En el pasado de mi vida y en el futuro de otra gente. En aquel cajón de sastre y atrapado por mi mente.

Arañado en una entrada de blog. Añorado en todos los minutos impares. Decidiendo no dejar cerrar lo que no hubo de ser abierto.

Obcecado en que la estupidez no tiene límites, y yo corroboro que la mía desde luego no.




I'm gonna drink my tears tonight. I'm gonna drink my tears & cry...

domingo, 18 de septiembre de 2011

C´est la vie?

Si es cierto aquello que Shakespeare imaginó, si realmente la vida es un escenario y nosotros somos sus patéticos actores, opino que es totalmente necesario distinguir entre los distintos tipos que podríamos encontrar...

Estarían los que dicen ser buenos actores. Aquellos que alegan un control absoluto de todo lo que acontece mientras escupen parrafadas y deliran verborrea con una sobrada grandilocuencia ensayada frente a un espejo y se convencen de que el resto se traga su insulsa ficción, sus exacerbadas declaraciones de amor y sus trágicas despedidas. Luchan por convertirse en el personaje que inventaron aunque se pierdan a sí mismos en el intento, buscando quimeras y amores imposibles porque no son más que cobardes...

Allí, sentados al borde y con los pies colgando del escenario están los magníficos comediantes cuyo pánico escénico les impidió actuar y los relegó al puesto de criticar a todos los demás sin hacer nada de provecho. Ellos son una vez más, los que alimentan su hedonismo con chutes de resignación y asco por lo que los rodea, sin querer cambiar nada de su asquerosa burbuja porque lo malo conocido, por muy corrompido que esté siempre será mejor que lo bueno por conocer.

Más allá están aquellos que aseguran no pintar nada, que admiran a los elocuentes y que se tragan sus guiones de amor. Abandonando su obra para invertir en drama y desesperación al verse solos cuando los primeros se cansan de ser quienes no son.




Arlequines que sufren de grandeza e intentan dirigir a todo aquel que circula a su alrededor. Aquellos que roban líneas al prójimo; esos que siempre soñaron con el papel de otro, los que tienen complejo de tramoyistas. Pobres que jamás imaginarán tal cosa y algunos que se levantan angustiados porque en el estoico escenario de su mente no hay sitio para todos.
Colombinas que se escriben su propio papel y Pierrots que ya se han cansado de la Luna.

Y allí al fondo un omnipresente espectador, que anónimamente dirige la obra, y que cuando se cansa de nosotros, cuando se aburre de nuestra sobreactuación nos despide y nos deja sin líneas y sin tiempo...

lunes, 12 de septiembre de 2011

As if the world wasn´t ending...

Abrázame. Fuerte, muy fuerte. Como si el mundo no se estuviera acabando.

La oscuridad envuelve la lúgubre estancia y con tu sóla presencia, que inunda por completo mis fosas nasales, casi consigo olvidar dónde estoy. Aún distingo la vainilla entre tus rizos ocres que ahora no veo. Saben a fresa tus poros y a despedida los besos.

La culpa es tan solo un rastro olvidado que un pequeño perro barrió con su hocico en una película para niños como nosotros. Abrázame y hazme olvidar. Hazme olvidar mi estupidez y mi ignorancia, mis errores pasados, y te diría futuros si no fuera porque casi no tengo tiempo para cometer más.
Hazme creer que alguna vez le importé a alguien, que no muero solo.
Bésame, bésame a oscuras y hazme imaginar que estoy en cualquier otro sitio. Contigo a dos mil millones de kilómetros. En una duna de otro planeta, en un siglo distinto, en un universo inventado por nosotros. Como te prometí.
Quiéreme, quiéreme ahora que no lo merezco y dime todo aquello que se dice en las películas. Perdóname por no llevarte a París, por no besarte en cualquier esquina de Venecia y por no subir todas las cuestas de Lisboa contigo en mi espalda. Perdóname por regalarte sólo lo que no me puedo llevar.



Abrázame, abrázame y no me sueltes. Cuando mañana me lleven cógeme de la mano y dame un último beso. Y luego vete, como si el mundo no se hubiese acabado para mí y con toda la conciencia de que el tuyo sigue intacto.



Come and live this night with me as if the world wasn´t ending...

viernes, 9 de septiembre de 2011

Russian swing.

El eco ensordecedor de los aplausos queda ahogado por todos mis recuerdos.
Me centro en el ya conocido ruido que produce el balanceo de las cuerdas y se me despeina la sonrisa con el aire que me da de lleno y me alborota el pelo. Los focos me ciegan, sólo alcanzo a ver a lo lejos su figura, haciendo sus acrobacias con absoluta precisón.

Al llegar mi turno, deslizo el peso hacia atrás y me cuelgo por la parte posterior de las rodillas, y me encanta la sensación de la sangre que se me sube a la cabeza. El cosquilleo en el estómago, al verme a tantos metros del suelo me produce casi la misma sensación que cuando él me acaricia. Es exactamente lo mismo. El vértigo que me invade subitamente al pensar en el vacío que se extiende a lo lejos. En el futuro incierto, las noches a solas con la luna...

Casi tropiezo al incorporarme, se oye a lo lejos un murmullo general, pero incomprensiblemente la impresión de falta de apoyo, de soledad ahí arriba me resulta agradablemente familiar.

Llega el momento de saltar a sus brazos. De dejar que me salve una vez más. De quedarse quieta mientras todas las barreras de protección se desarman ante mis ojos. Se cruzan los columpios, y dejo pasar la ocasión del salto. El péndulo regresa y sus ojos me miran preocupados al ver mi rostro poco convencido.



Observo el suelo. Miro sus ojos por última vez desde este ángulo tan extraño. Y salto, ignorando sus manos y abrazando el vacío para poder dejar de una maldita vez de caer.

jueves, 1 de septiembre de 2011

The shadow in the background of the morgue.

La euforia que embriagaba mi alma aquella noche y la llenaba de gozo al mismo tiempo la destruía por completo. Toda la Insquisición hubiera podido recaer sobre mí de haber sabido lo que estaba aconteciendo en mi humilde morada. Pero cuando estuviera terminada, desafiando los límites de la vida y la muerte, mi ángel, mi preciado ser, máquina perfecta de relojería... Nadie lo descubriría, ¡jamás!

Cierto es, que el viaje hasta la morgue fue bastante desagradable, por eso procuré que mi estancia allí transcurriera en el lapso de tiempo más corto posible. Opté por seleccionar dos piezas, bastante recientes, la una era rubia, la muerte aún no había hecho mella en la belleza de su rostro. Era bella, no tanto como mi Elizabeth, pero por algo había que empezar... La segunda era morena, pero muy a mi pesar, en ella sí había estragos de su horrible final.

Mas nada más importa ahora que ya estamos aquí, en la última fase de mi genial trabajo. Después de meses perdido entre engranajes y tuercas, mi amada Elizabeth volverá a la vida, de un modo más brillante que antes y mucho más duradero.

No soy un vanidoso, jamás lo he sido, pero admirar la tersa piel que recubre el ser, fruto de mi creación, al que ilusos e imbéciles denominarían como autómata, sin saber que ese término queda a años luz de mi criatura adorada, me produce una gran satisfacción, a la vez que un profundo horror.


Dios mío. ¿Qué he hecho?